Dos luceros tristes,
en la noche desolada,
frente al mar y la alborada
palpitaban solitarios.
Las olas bulliciosas
del mar azulado
desde lejos hablaban
de lo que estaba ocurriendo.
¿Cómo es posible
que a tan grande distancia
gotas de agua salada
rieguen esos luceros?
Dos luceros ya cansados
miraban a lo lejos la playa…
de mi vida…de tu vida…
que quisiera fuera mía.
En silencio sin tocarla,
palmo a palmo
recorrían con la vista
y el alma constreñida.
Esa playa larga,
sola, desolada, sin verdor,
abnegada de arena, mar y sol
deberé hacerla a mi medida,
pero cómo quisiera
fuera en tu compañía.
Que al ocaso de los años
cuatro luceros dieran la espalda
al poniente para ver discretamente
nuestras huellas relucientes.
Vernos luego frente a frente
y brillar completamente
de dicha, orgullo
amor y valor.
Tomar nuevamente tus manos
como se toma lo más preciado;
con delicadeza,subir la cabeza
y con paso firme avanzar
por la playa hermosa
que nos falta aún por andar.