Caminando por la calle
con pasos entrecortados,
apoyada en un bastón,
va de prisa, respingando
y, al paso, va murmurando
y externando su aprensión.
Habla sola, en plena calle
y, en el tono de su voz,
matizado de rencores,
transparenta sus dolores
y muestra su desazón
con una expresión feroz.
Todavía no es una anciana,
pero pasa los cincuenta
y con su manera violenta
y sus bruscos ademanes,
se desplaza con afanes
que muestran su mala gana.
Su charla se vuelve gritos
indignados, por momentos;
muestra así, a los cuatro vientos,
su desasosiego interior,
víctima de circunstancias
de pobreza y desamor.
Cuando pasa por mi lado
veo la ira en su mirada,
me vocifera incoherencias
y se aleja, apresurada,
yo la contemplo alejarse
hasta perderse en la nada.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Viernes 26 de Febrero del 2010