Aquel viejo pensador.

Cautiva de mi, serena y sin prisa
me atrapas al saber mi dolor permanente,
muchacha de cristal me traes viejas brisas
sin de mi saber, siquiera el presente.
Intrépida consejera de males sinuosos
alertas mi mundo cual si fueses gitana,
y en tus brazos simples me aferran tus ojos
valientes ardores que en mis luchas derramas.
Muchacha de cristal de verdades alteras
el ritmo de vida que llevo en rutina,
muchacha hermosa en ti soy lo que era
aquel pensador que hoy nadie se imagina.
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