Tintero del poeta, sueño de vergeles
en la vega de la vida.
Un bosquejo se fue sobre la pluma
delineando poco a poco la textura.
Te forjó el verso, te fraguó la tinta,
te quedaste en la cédula inscrita.
Hoy estuve colgado a tu cintura
como músico de viento,
adherido como espiga,
como aquel samaritano desprendido
que se apega al encanto y al acierto.
Y sin notarlo, sin palparlo,
caminé en tu vientre y tu figura .
Tintero del poeta, alfarero de la rima,
la fresca nota en que accedí a la dicha.
El canto del abeto, la flauta embebida,
los sonidos de la flora en la boca de la cima.
Hoy estuve colgado a tu cintura
mientras tú a la tarde le ofrecías
el diario oficio de la vida.
Y sentí tu vientre con las yemas
desgranando hojas y albricias,
arrullando la franela rosa en que mecías,
desvainando frescos lirios y delicias.
Hoy estuve colgado a tu cintura
y vi reírte al sentir caricias.
Hoy estuve colgado a tu cintura
y la tinta derramó en la palma
la palabra que el sereno aclamara,
y teniendo por testigo al mar y al cieno,
me arrodillé ante ti y clamé a los cielos,
pedir tu mano y que fueras viento.
Salvador Pliego