Eres luz de mis ojos

A mi hijo querido
Una templada mañana de octubre,
entraste de lleno en mi vida.
Yacía sumida en la triste desventura;
en ese instante mi existencia cambió.
Al momento llegó a mi el entusiasmo.
¡Cómo no ibas a ser la luz de mis ojos!
Sin ti no hubiera logrado subsistir
después de vivir tantas desesperaciones.
Tú me enseñaste enseguida el camino,
para que me distanciara de la oscuridad.
Avanzar fue bastante doloroso,
con tu ayuda y buena voluntad se consiguió.
Me diste el suficiente coraje para luchar;
con tu protección me revestí de paciencia.
Estás en lo más profundo de mi corazón;
es la forma que tengo de demostrarte mi amor.
Siempre permanecerás adentro de mi pecho.
Aunque estemos separados tú vivirás en mí.
¡Cómo olvidarte si te encaminé de mi mano,
y algún día me llevarás tú a mí esta el final!