Estás a años luz

Ven conmigo a alicatar esta pared
con fisuras y goteras enlutadas
en el tren de las seis a tu ropa
con tu risa a cámara lenta.
No siembres este sendero de caricias rotas
Ni me sepultes bajo tu mirada de barro
que siempre me saca la lengua.
Días de abismos, de violáceas ojeras sin ti
Sin tu cianógeno de Prusia para la histeria.
Mi despertador impasible me golpea
Y me trae el sonido de tu voz,
pájaros cantores entre las rosáceas arboledas.
El pulso fúnebre de mi cama
se abalanza sin piedad sobre mis sombras.
De nuevo el mismo recorrido perenne
que corre al compás de tu almohada:
Triste, funesta, sombría.
Agridulce, como tus palabras,
Aguardiente, como tu cuerpo.
Si me pasas esa copa podré decírtelo,
viajero,
Todo lo que encubro bajo este manto oscuro.
El techo de mi habitación se hace grietas y escombros,
Morada y desván de tus besos mentirosos.
El eco de tu voz resuena en el suelo,
cansado de esperarte.
Pero me sonríes de esa forma
Y coges esa caja de truenos de la que salen
macabras y dulces pesadillas
y abres los mares
y me salen vendavales de las uñas.
Ojos de ultratumba
que me entierran el corazón en llamas
y desentierran a pico y pala las cenizas
que escupes por la boca
sin más compasión que una palabra.
Fúmate un cigarro y quémalas conmigo
esta noche,
si las estrellas no se meten en tus manos
a que las acunes.
Y te vuelves a ir,
Ritmo indescifrable por las calles
vals, sintonía que me deja en vilo.
Te miro entonces
cuando la clepsidra de tus ojos
anuncia mar en calma
como una isla lejana que se ve desde un cayuco.
De voluptuosas frustraciones
están hechas estas hojas
que se desafían en los
inviernos más crudos
Y te tiene a ti como vientre.
Brazos mecedores de las canciones
que nunca hablaban de mí,
de los desconsuelos a merced
de tus caprichos.
De las palabras frías,
derramadas en mi conciencia.
De tenerte a mi lado,
y saber que, a pesar de todo,
estás a años luz.
ROSA
RGG