Tú, la del espejo, la intranquila,
la callada e insensible; sin ánimos
de ofender, te hablo a tí porque no
superas ni a tu subconciente, ni a
tu pasado ni a tu adiós.
Crees que renunciar forma parte de
esta batalla sin final.
Tú, la que ríes, la que sueña; otra
idiota más del mundo de los masoquistas,
los cobardes, los ausentes.
Pudiera ser que una rosa blanca ha
robado tu hermosura, puede ser que
seas una víctima más del egoísta
mundo de la creación; puede ser que
un hombre te ha llenado de tristezas
y sólo ha dejado espinas en tu interior.
Tú, la del espejo; la que por momentos
cree ser bella, la que respira y brilla
sin luz propia; la que aguanta y espera
callada una fortuna de libertad.
La que ama, la que miente; la que vive
sus injusticias por no aceptar la realidad.
Tú, la que mientes por miedo a decir la
verdad, la que cree escuchar, pero se da
cuenta de que solo es una intrusa más.
Tú, la que eres remedio que envenena, que
eres vicio y adicción: por favor, no sueñes
màs con que alguien conquistará tu corazón.
Tú que entre tantas cosas eres mujer, no olvides
entender que nada es para siempre; no olvides
creer que lo que es pasado jamás vuelve.