Idilio del parque, que nos juega de repente,
la búsqueda de miradas, cuando la noche parece
una fábula encriptada que descansa tenuemente
sobre el alerce inquieto, que sabio, permanece.
Idilio que a sus años la palabra que entusiasma
plasmó de coberturas su coirazón aletargado,
sus manos en las otras geografías del alma
semejan actitudes que muestran el pasado.
Idilio que a tus vientos silentes de pecados
volcó la rima austera del poeta en su morada,
hoy te tiene viva, se acrecienta en tus costados
la belleza del otoño que te moja ilusionada.