Por más que no lo quieras, en tu vida no podrás nunca prescindir del dolor;
El dolor es una realidad que no depende de nosotros;
Se nos hace presente, queramos o no queramos,
Incluso se nos hace encontradizo, cuando menos lo queremos.
Pero si no podemos evitar el dolor,
Está en nuestras manos el saberle dar un sentido u otro,
El adoptar frente a él una u otra posición,
Muy distinta por cierto una de otra.
Si al sufrir te enojas y protestas, con ello nada bueno consigues;
Solamente aumentas el sufrimiento y haces daño a tu cuerpo en su parte nerviosa y a tu espíritu en tus relaciones con Dios.
Si al sufrir aceptas el sufrimiento, le das un verdadero sentido, lo conviertes en algo positivo, eficiente, salvador y redentor de ti y de los demás;
Con ello te estás dignificando.
Si al sufrir llegas a amar al sufrimiento, será porque ya te ha acercado a Dios y has llegado a comprender que no es posible amar sin sufrir, ni sufrir sin amar.