No, no debo permitir
que me consuma así
la impaciencia;
pero anhelo tu presencia
con tanto afán y desvelo,
necesito tanto el cielo
de suave luminiscencia
que irradias en tu mirada,
¡tienes tan enamorada
y maniatada a mi conciencia!
Que no puedo prescindir
ni un minuto de tu ser.
Eres la luz de mis ojos,
la inspiración de mis versos
el aliento de mis pasos,
la razón de mi existencia.
No es casual que así te quiera,
mi cariño no es capricho
ni una efímera quimera,
no es ilusión pasajera
que, como viene se marcha,
no es frágil manto de escarcha
que funde la primavera.
Mi amor por ti es consistente,
sólido, fiel, duradero,
un amor tan verdadero,
un cariño permanente;
como un caudal imponente
de lava, como un torrente
en que he quedado prisionero;
una devoción ferviente,
un amor limpio y sincero.
El haberte conocido
fué para mí una ventura,
una dulce bendición,
una promesa futura
de total renovación.
Al conjuro de tu encanto,
de tu tierna sencillez,
quedó desterrado el llanto
que yo derramara tanto
por las penas de la vida;
quedó mi alma redimida
desde la primera vez
que tus ojos me alumbraron
con su cálida mirada.
Dejaste a fuego grabada
tu imagen aquí, en mi mente,
y germinó la simiente
del amor en mi alborada;
por todo ello, prenda amada,
te pido fervientemente
que te muestres indulgente
y comprendas mi ansiedad:
no puedo aguardar, callado,
a que llegues como la aurora
para iluminar mi vida,
poco a poco, lentamente.
¡Te necesito! ¡es ahora
cuando mi ser más te añora
y quiere verte convertida
en mi dueña, ama y señora
de mi alma de amor rendida!-
Eduardo Ritter Bonilla.
solo tres palabras Eduardo, excelente poema Paisano. Felicidades mil. Gualberto Alcàntara Olalde