Nacimos bajo el manto del mismo cielo azul,
pero siempre nuestros cuerpos separados por la quietud,
fue tal vez el destino despiadado y misterioso,
quien decidió que nuestros rostros chocaran aquella vez.
Nadie entiende los secretos y a este mundo confuso,
nadie comprende dilemas ocultos que guarda el sol,
yo solo se dulce niño, que tal vez, si esta loca vida,
te hubiese puesto en mi puerta, en el preciso momento
en que mis ojos descubrieron la luz por primera vez,
al ver el color de tus ojos y tu sonrisa serena,
abrías sido en mi mundo, ese amor que siempre soñé.