Desterrado de amor

DESTERRADO DE AMOR
I
¡Ay, amada mía, cuán lejana te siento;
aquí, lejos de ti, y descorazonado,
pensando siempre en esta sequía de tiempo
y dialogando solo en este otoño de llanto!
¡Cuán lejos se encuentra aquella aurora
que permaneciera en el cielo de mi vida,
lejana tal vez como aquellas horas
que transcurrieron en mi infancia distraída!
¡Qué recuerdo te mereciera en este instante
en el cual la fuga de mis lágrimas
se hace imperiosa e inevitable.
y se hace inevitable que se unan mis pestañas!
¡Por cuánto tiempo fuiste aquella diosa
que con su encanto encaminara alguna vida,
y hoy, tras mis caídas y derrotas,
te ofendo al pensar en ti, amada mía!
¡Ay, amada mía, si supieras cuánto duele
ya no estar durmiendo en tu regazo,
si supieras, amada mía, cuánto hiere
no sentir el calor maternal de tus abrazos;
de seguro me nombrarías un soldado,
guardián de tu alma y de tus recuerdos,
un guardián que te velara con su llanto
y te protegiera con la gloria de sus versos!
II
¡Ay, amada mía, después de mi salida
del seno acogedor de tus abrazos,
todo es llanto, martirio y agonía
y ningún laurel se acerca a mis manos!
¡Cómo podré, entonces, amada mía,
salvarme de estas indignas tormentas
que me impone el rigor de la vida
por hundirme en las más crueles tinieblas!
¡Sólo soy, amada mía, aquel descorazonado
que al pensarte te ofende a cada instante
y ya dejé de ser aquel alegre bardo
que escribía siempre con la tinta de su sangre!
¡Ahora, para poder escribir yo sólo uso
el consuelo de vivir.única esperanza.
murió dentro de mí el falso orgullo
y florece tu recuerdo dentro de mi alma!