Justo sobre las ruinas de mi alma,
tu amor cristalino consume y quema,
los naufragios, mis caidas, las penas
y radiante florece como en verano,
florecen las amapolas en las sendas.
Debajo justamente de mis cenizas,
que cultivaba ya sin esperanzas
desesperado y ausente,
mil retoños de vida perenne
van cubriendo de alegre verdor,
rastrojos de tristezas,
heridas de muerte.
Ay, tu sonrisa, panacea de mis males
cura de un tiempo demasiado triste.
Amor que no nos arrebate el tiempo
con besos sin destinatario y virgenes,
las manos pulcras de caricias
y el pecho arenoso, artico, desertico,
lleno solo de aire.
Quiero por siempre, para siempre,
diluirme dulcemente sobre tu cuerpo
con la alegria de las fuentes,
porque asi, desde esa suavidad tuya,
todo tiene un color, un aroma,
un sabor diferente.