Oasis de amor en las mañanas

No te entiendo y quisiera odiarte
y quisiera no sentir como ahora
el calor de las lágrimas en mis ojos
por tanto rato ganado al vació.
El hastió de los días intrascendentes,
vuelos inmortales al eco de tu risa
y el llanto con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir,
donde toda la felicidad era posible;
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del silencio.
Te añoro en la locura del desierto;
sé que no vendrás , que nunca vendrás,
y si vienes seré débil como no debería,
me resisto a crecer con alma de roca
de acorazado diamante;
y me escondo y te cuido en la oscuridad
y entre las letras difuntas de mis escritos
ardiendo en la lava de unas viñetas,
comparto el humo de tu boca
con la soledad de mis mañanas.