Se corona la luna,
viendo fallecer al sol.
Gracias al fulgor de estrellas la veo,
pues apagada se escucha su voz.
Vetustos ojos de un niño,
acariciaron ayer un lozano sentimiento.
Atezado está ahora el cielo,
solo una elegía escribe,
pues le robó su pluma dorada el miedo.
Serafín que en suelo feneces,
antes de emprender vuelo,
medroso se asoma el final,
sin poder el camino deleitar.
La muerte que duele hoy,
Permite el nacer mañana.
Que no sea herida ni quebranto,
de una semilla que en tierra desaparece,
un donoso rosal crece.
Me solté de un caudal cristalino,
Fatigada de asirme en una duda.
Choqué con muchas rocas punzantes,
pero la corriente me guió alboroza.
No encontré una gema dolosa,
Sino una centelleante esmeralda preciosa.
Ahora caigo en el regazo de una nube,
tranquila, cansada, y oronda.
Ya las palabras se desahogaron,
el jardín en luto…verde ha quedado.