EL ROMANCE ETERNO

Desde el cielo
la luna lloro con un lamento
mientras de pena suspiraba el viento
viendo a la luna como estaba sufriendo.
Las olas de la mar
rompen contra el arrecife de coral
gimiendo un bramido de desconsuelo.
Las brillantes estrellas se apagan
dejando solo un cielo negro.
Y todo por ver a la luna llorando
por no tener del sol sus besos.
Los pajarillos amanecen en silencio
porque al despertar sienten la tristeza
que la luna esta desprendiendo.
Por eso la melodia de la mañana
la cambiaron los pajarillos
por un eterno silencio.
Las flores de los campos sus petalos no abrieron
y sus perfumes por los valles no expandieron
porque las flores de los campos
el dolor de la luna suyo lo hicieron.
El sol y la luna se miran por un momento
mientras la luna desaparece
y el sol nace en el cielo.
La pena los ahoga
cuando ambos se dicen te quiero.
Pero su pena aumenta
cuando ven que no se pueden dar
los besos de amor
que un dia ellos se prometieron.
Pero su pena crece
cuando no se pueden susurrar
los suspiros de pasion
que nacen de su mutuo dolor
porque los separa el interminable silencio.
Por eso la luna llora
convirtiendose sus lagrimas
en el frio rocio de la mañana.
Por eso el sol se lamenta cada dia
iluminando con fiereza
lass tierras de Andalucia.
Porque fue en estas tierras
en donde en un tiempo mejor,
en un tiempo
cuando nacio la tierra misma
el sol y la luna
la misma vida compartian.
Era tanto el amor
que de sus corazones nacia
que las estrellas nacieron en el cielo
para iluminar cada noche
sus besos y sus caricias.
Pero un brujo sin corazon
de la luna se enamoro
y al ver que nunca conseguiria su amor
una maldicion eterna les echo.
Una maldicion eterna
para que nunca mas se dieran besos de amor.
Una maldicion eterna
para que nunca mas juntos estuvieran los dos.
Pero lo que ese brujo nunca consiguio
fue que se muriera ese amor,
ya que en un amor eterno se convirtio.
En un amor eterno
porque cada anochecer,
porque cada amanecer,
aunque solo sean unos minutos
la luna y el sol se vuelven a ver
siendo eso tiempo suficiente
para que nunca se dejaran de querer.