Y sé que mi sed solo se sacia con tu agua
y que nadie podrá darme de beber
ni amor, ni sexo, ni rama florida
sin que yo odie por querer.
Y no quiero saber nada de otras voces
aunque me duela querer ternura
y conversación larga y entendida entre dos,
porque sólo tu tienes el cifrado secreto
de la clave de mis palabras,
y sólo tu pareces tener
el sol, la luna, el universo de mis alegrías,
y por eso quisiera odiarte como no logro,
como sé que no lo haré
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas
y nostalgias y chispa encendida
y largos silencios .
Y me tienes preso de tus manos mercuriales
y yo me desato en venus con tormentas.
Las ramas y las hojas mojadas como las cañadas
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia
y sabe que ya no hay nubes,
ni evaporación,
ni ríos,
que el mundo se secó
y que no volverá jamás a llover,
ni habrá ya nieve o frío
donde pájaro alguno pueda posar
el silencio del llanto.
Te amo y te grito estés donde estés,
sorda como estás,
a la única palabra que puede sacarte del infierno
que estas labrando
en tu ciega destrucción.
De tu íntima y reprimida ternura que yo conozco
y de cuyo conocimiento
ya nunca podrás escapar.