Peinada así, con el color del crepúsculo en tu pelo,
con la lámpara del alma iluminando tu rostro.
Te ves hermosa.
¡ Más hermosa que la misma palabra ¡
En el tren amplio de los sueños,
viajemos de los montes a las urbanas avenidas
peinando la noche pasional.
Escondidos en los pasillos subterráneos,
inmunes a la impiedad del beso nuestro.
Al emerger de la larga gota, extendida como río.
Trepané la pared del reflejo y tu imagen volvió a mí.
En los ojos ciegos del pulso de la luz,
con tu pelo podado y mutilado de caricias
llega a mis brazos de polvo y ceniza y
Mis labios mojados de lluvia, buscan tu boca árida y sedienta.
Aún despeinada, con hebras de tu cabello en remolino,
Parecen hélice, de fruto florecido.
¡ Eres más hermosa que la palabra misma ¡
Vienes a mi con centello de labios
y tu falda caminando la rama de la cornisa,
con hojas de íntimo color amarillo
que germinan como la miel cultivada.
La belleza es vulgar y corriente.
Delgada como cuello de cisne,
tan efímera, como el vuelo de la mariposa.
Tu hermosura tiene ancho de universo y
eternidad de bosque pétreo de arrayán.
Un paladeo de extraña rareza.
¡ Porque eres más hermosa, que la palabra misma ¡