Jurisprudencia

Tengo mis labios atados a los tuyos
con la santa memoria del veedor de los latidos
tus uñas en mi espalda tengo y algún murmullo
que dejó el filántropo de algún sueño encendido,
tengo la húmeda razón de tus pezones
en cada diminuta parcela de mi cuerpo
tus manos en mi firme cortejo de razones
haciendo círculos sin dejar de merecerlo,
tengo la asidua costumbre de tu boca
posarse contínua en cada ciclo de mi alma
tus olores tengo y el éxtasis que provocan
tus móviles figuras acicalando sin palabras,
tengo la permanente locura de tu orgasmo
asido al repliegue intenso de mis venas
mis posesiones tienes y el espasmo
de la dulce procesión que llama y se queda,
y tengo el sabor de cada beso encapsulado
en mi lengua que padece tus ausencias,
razón por la cual me dicen privilegiado
honor de mortales que sientan jurisprudencia.