A tu pupila un nervioso destello,
tímido y curioso, se asoma
y confunde a quien tu mirada
de pura aurora, ahora, ciega.
De tu sonrisa una flor de almendro
preciosa entreabre sus ávidos pétalos,
de vida sencilla repletos.
¡Ah misteriosa!
Tu suelto cabello, sin freno,
se precipita en estruendosa cascada que, en infinitas chispas
de fiera libertad, estalla.
Tras tus senos cubiertos
celosa escondes frondosas colinas
colmadas de sedoso ensueño.
¡Ah poesía!
Tu hechizante fragancia
de nacarados aromas se muere
en las profundas entrañas de quien
vivir sin ti no puede.
Tu voz melodiosa con
sus silentes susurros
la llaga de mi alma, con
dadivosa delicia, seda.
¡Ah misteriosa!
Tu prístina alacridad impulsa
tus pasos de risueña princesa
hacia mi hosca presencia.
Tu sinuosa silueta, silenciosa,
se desliza, al suave compás
de una secreta sinfonía
y como sílfide se envuelve
en bruma de plata estremecida.
¡ Ah poesía!
Una etérea eternidad de té
intensa late en
tu terso momento.
Para ti seré un amanecer sin tiempo;
cresta de ola siempre presta
a cubrir la negra pena;
un velero sin más viento
que al que tu blanca orilla lleva.
¡ Ah misteriosa poesía