Un obscuro callejón
de una tétrica barriada,
en silencio, cuando son
las tres de la madrugada.
Un vampiro solitario,
famélico y trasnochado,
va buscando un "voluntario",
pues ya está desesperado.
En ese mismo momento
se aproxima en pleno vuelo
otro vampiro macilento,
como a diez metros del suelo.
Su compañero lo ve
y con la mirada lo afoca:
no hay duda, el vampiro aquel
escurre sangre en su boca.
Presuroso, va a su encuentro
y le pregunta: ¿Dónde hay?
¿Dónde hay "qué"? contesta el otro
sin entender la pregunta.
¡Vamos, colega, no finjas!
Todavía hay sangre en tu boca,
¿dónde hay a quien "chupar"?
¡que ya traigo un hambre loca!
-Ah, eso- dice el segundo
con el gesto contrariado
y señala en lo profundo
a un punto determinado:
¿Ves aquella asta-bandera
que acaba en agudo pico?
¡Sí, sí, claro, ya la vi!
Contesta el interesado.
Pues yo no la vi a tiempo
cuando volaba apurado
y ahí me rompí el hocico
que traigo desfigurado.-