Pensé que tu belleza era solamente para mis ojos,
pero no, la exquisitez abrigaba todo en tu cuerpo
la que eres, observo y me pregunto ¿quien escarpo?
la perfección me asombra, es verdad, no mi antojo.
Mucha veces repetí, Dios quiera que esta divinidad,
se refleje solamente ante mis ojos y para nadie más.
Tu hermosura prodiga para mí y también a lo demás.
Mis brazos sienten tu vigilia, en mí es suplicio y soledad.
¿Hay razón para tantas exacerbaciones incontenida?
La conciencia me apacigua exigiéndome prudencia.
Pero si un día me faltase, ni me imagino la consecuencia.
Tu ser, esta tan unida en mi, ni quisiera suponer dividida.
En mi vive la blancura gloriosa del amor puro, indeleble.
En mi sueño intrincado sospecho, que sin ti nada es posible.