VIDA EFIMERA

"VIDA EFIMERA"
Una oronda y blanca nube
de esas que andan baja y sube,
sube y baja sin cesar,
cuando a veces descendía
bien de noche o en el día
de los cielos a la mar,
se bebía el agua a tragos,
aunque fuese de los lagos,
lo importante era tragar.
Como el agua saladita
de la mar era exquisita,
se tomaba de la mar
no sé cuántas toneladas
en voraces bocanadas
sin temor a exagerar;
pero luego que quería
remontarse, no podía
a la altura regresar.
Le costaba tanto, tanto,
que después soltaba el llanto,
no paraba de llorar.
Del esfuerzo hasta se hinchaba
de tanta agua que tragaba
de los lagos o del mar.
Si de plano no podía
se quedaba hasta otro día
en el bosque a pernoctar.
Otras veces prefería,
si elevarse no podía,
recostarse en la colina
o vagaba entre las sierras
conociendo nuevas tierras
disfrazada de neblina.
Su carita se pintaba
con un polvo que ella usaba
de carbones y de harina.
Casi nunca se atrevía
por temor al mediodía
a rondar por la ciudad,
pues sus rondas las hacía
cuando el sol aún no salía
con asaz temeridad.
Y después, pesadamente,
ascendía lentamente
a la gris inmensidad.
Bostezando al desplazarse
iba, sí, a configurarse
como un ogro cachetón,
o, rompiendo el reglamento,
resurgía de momento
como un pato de algodón.
Otras veces al instante
se vestía de elefante,
según fuera su emoción.
Cierto día nuestra amiga
se enfermó de la vejiga
y otro tanto del riñón
y se puso negra, negra.
Claro que esto a nadie alegra,
más bien causa compasión.
Era tanto su quebranto
por andar bebiendo tanto
que perdió hasta la razón.
Ya le andaba de las aguas
y mojó hasta las enaguas
pues no hallaba dónde hacer.
Como no encontraba el baño
aguantarse le hizo daño
y empezó a palidecer
y después tronó tan fuerte
que la pobre halló la muerte
cuando pudo al fin llover...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)