En tu persona tengo el maravilloso tesoro,
estás en mí, no solamente como historia,
es la razón que en la soledad no me muero,
pues la felicidad que tenemos, no es ilusoria.
Mi mente y mi corazón están de acuerdo,
en ausencia no hay oscuridad en mi memoria,
tu presencia en mi no es solo recuerdo,
es la realidad, la real felicidad perentoria.
La vida regala cosas, pero eres más que eso,
un gran documento de amar me diste princesa.
Cierto, el inefable tiempo sigue su proceso,
en nosotros nunca se rompió una promesa.
La oportunidad de amar llego con tu persona
expresamente, sin embargo carente de tristeza
el amor en el sol naciente con sonrisa se asoma
y en nuestra vida ya madura encontró firmeza.
Ciertamente hemos llorado, pero siempre junto
cuando se corta la ilusión de nuestro futuro,
al verte abatida de dolor, entonces ni te pregunto,
te miro a los ojos y digo, amor sigamos sin apuro.
En realidad, en mis brazos aprendiste a creer,
y yo, en tu dulzura aprendí a encontrar la calma.
Múltiples dificultades juntas pudimos vencer,
en amor de corazones y comunión entre las almas.
Autor: Alcibíades Noceda Medina