Javier

Javier, quizá hoy estoy más cerca de entender el porqué de tus acciones, quizá he seguido tus pasos sin saberlo desde hace años, me arde la piel, el alma no me deja en paz.

Ahora entiendo por qué decidiste la oscuridad, esa que abraza, disipa los problemas, la salida más fácil.

Ya no es igual nada, no tengo ilusiones, anhelos y lo único constante en mi vida son dos cosas, el miedo y mis errores.

Intento encontrar un por qué seguir, pero no quiero seguir porque lo único que se hacer bien es lastimar.

Soy un egoísta, no escucho a nadie más que a mi propio ego, el que sabe seducir, engañar y tiene la cara de mirarse al espejo para intentar reconocerme en él.

Javier, ¿es acaso el tiempo de reunirnos?

Quiero escapar, huir, detener este corazón que solo lo he usado para herir.

He corrompido tantas cosas, personas, que he decidido alejarme de todos.

Dónde quedaron mis sueños, mis talentos, todo aquello que pude hacer bien y no lo hice.

Soy un cobarde, un traidor, un temeroso de la vida, solo soy bueno para herir, estoy cansado de eso pero no sé cómo detenerme ,me atrae esa sensación de poder, de experimentar, esa adrenalina por mentir, interpretar cualquier papel para tener más experiencias en cama y menos humanidad.

Quiero acabar con esto, ser como tú, Javier, que apagaste la luz hace casi 10 años, quiero morir pero me da miedo morir, el dolor, la pena, el vacío.

Estoy siendo honesto por primera vez y quiero mañana despertar sin haber lastimado a nadie, quiero dormir en paz una noche al menos, no recordar ninguna voz, ningún nombre.

Voy a llamar al cielo o al infierno, quizá estoy tan cerca de casa que no hará falta volver…