El dorado recuerdo de los años,
me ha ido obligando a vivir entre sueños,
he borrado los gestos de odio,
me he quedado con las sonrisas,
con las miradas,
con las frases amables,
con las caricias de palabras distraidas.
Amor que envuelve nuestro andar,
amor a todo lo que es vida,
dejamos fuera las noches de agua helada,
fabricamos una casa,
sin ventanas,
sin puertas,
donde solo estamos tu y yo,
inventando amor de adolescentes,
pero con abrazos de almas en plena madurez,
y nos dormimos,
entre árboles de seda,
entre nubes de estrellas sonrientes,
entre pequeños detalles de cada dia,
como si una sonrisa se paseara,
navegando entre atardeceres.
Dejamos pasar el dia,
entre pétalos de tiempo,
y esperamos el silencio,
con la inusitada fuerza,
de una droga necesaria,
imprescindible para darle un sentido a la vida,
el sentido de abrazar tu cuerpo,
invadiendo con tu desnudez,
cualquier espacio que nos separa,
cerrando cualquier ventana,
para que no penetre el aire,
y ahí estamos,
en nuestro cerrado mundo,
esperando el amanecer,
donde el abrazo sigue vivo,
y no soñamos,
solamente estamos perdidos.