Madre nos dejaste la casa demasiado vacía,
para pasearse impunemente,
a la búsqueda de objetos útiles
o simplemente ! bellos!.
Cada vez que se abre las puertas
chirrían, como nunca habían hecho,
de nosotros entonces se apodera un
flagrante sentimiento de intrusión.
Nos vamos al jardín;
tampoco no hay nadie ni nada que nos acoja,
ni una rosa, ni tu pequeña petunia.
Ningún olor tuyo nos acoge.
Solamente derramadas unas naranjas amargas.
Todo nos demuestra como con nosotros,
mueren todas nuestras cosas.
La casa los objectos.
El jardín que amorosamente
cuidaban tus lindas manos.
Teléfono, radio, música y reloges.
todo ha enmudecido
y tú auséncía es ahora.
frio.obscuridad. CARMINA. 30/7/1007