DAMIAN DE MOLOKAI...

"DAMIAN DE MOLOKAI"
Cuerpo de llagas herido
por amor a llagas hecho,
llagas que al fin han herido
los latidos de su pecho.
Cayó en lejano barbecho
-semilla que a Dios se entrega-
y por la lepra maltrecho
presto está para la siega.
Fue en Molokai. Un Calvario
que como imán lo atraía;
cuerpos hechos al sudario
con un alma todavía...
Cristos sin Cruz padeciendo
fatigosamente erguidos.
Trozos de carne sufriendo
penas, miserias y olvidos.
Y Damián, por el misterio
del amor, apasionado,
llega firme al cementerio
gris, atroz, anticipado.
No mide riesgos, secuelas,
consecuencias, resultados,
pues se graduó en las escuelas
de Corazones Sagrados.
Le mueven los sufrimientos
de los demás cual la flor
que prende sus movimientos
del sol a su rededor.
Le conmueven los tormentos
de Jesús en su agonía,
como aquellos que otros tiempos
sufriera la Virgen pía.
Y a aquellas llagas prendido
del Corazón de Jesús,
en santo amor encendido
Damián se aferra a su Cruz.
Como el amor se contagia,
pronto aquel enamorado
que a la misma lepra plagia,
de lepra se ha contagiado.
El cuerpo se le deshace
en desgarrones rasgado;
pero su fe lo rehace
viendo de Cristo el costado.
Finalmente, en su agonía
se le oye decir así:
"¡Ah, qué dicha para mí...
cuán divino don de dones,
el poder morir como hijo
de tan dulces Corazones...!"
¡Oh, Damián, hermano mío!
Yo también estoy leproso.
Ven, hermano y dame el gozo
que arde en ti, pues tengo frío.
Mi alma tiene cuchilladas
fieras, múltiples dolores.
Ven, Damián, convierte en flores
estas llagas encostradas.
Rompe en mí temores vanos;
dile a quien te cautivó
que también aquí estoy yo
para darme a mis hermanos...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)