Cerraste los ojos para siempre.

Hace un año que tus ojos cerraron para siempre
pequeña ermitaña de mis días de silencio,
amor que me dejaste envuelto con tu muerte
y son tus cenizas las que vuelven con mis vientos.
Hacedora intelectua de mis pequeños refugios
oda de mística recubirta en tus infiernos,
lograste amarme tanto sin vanos artilugios
que fuiste la verdad de tantos desacuerdos.
Rostro que en tus pecas solíamos mecernos
en esas tardes que implorabamos atentos,
fuego en el hogar, caricias de un invierno
tus solas inquietudes, mis ácidos momentos.
Y en este año que pasó sin tu presencia
el valor de quererte no pasó ni mucho menos,
te extraño cuando abro las puertas de tu ausencia
en el cuarto aquel que en nuestras almas, sostenemos.