Profanadores de vida.

Se floreaban por el barrio como reyes del silencio
y en sus ojos la venganza opacaba nuestro cielo,
razones premeditadas y algún raro desconcierto
de mirarlos a los ojos con un opaco recelo.
Transitaban las veredas como únicos habitantes
del horror atormentado bajo uniformes silentes,
perseguían la lujuria de vernos unos instantes
correr a recovecos y escondernos en durmientes.
Profanadores de vida, silenciosos, pestilentes,
abrazados a la idea de matar las sencilleces
dolores que aún persisten y ese sabor a muerte
que rodeaba de inquietud y pesadillas...a veces.