No me hallo,
en este segundo frágil y largo,
en la oscuridad de mi noche no encuentro nada,
solo este sueño con letargo;
se desencadena una avalancha de tristeza
no hay besos, ni caricias;
todo ha sido sepultado en su rareza
bajo esta tempestad de pensamientos
que cuelgan del recuerdo
la angustia de vivir este tormento.
No me hallo,
en esta mañana azul y fervorosa
no encuentro nada,
solo el vacío rebosado por su ausencia dolorosa,
no hay besos, ni abrazos;
solo sus huellas en mi lejano firmamento
como tinta adolorida
que describe entre sollozos lo que siento.
No me hallo,
ni su voz, ni sus ojos, ni su boca,
no encuentro nada,
solo mis olas reventadas en la roca,
sólo naufragio en su mirada ausente,
sólo mis sueños de cristal entristecido
que lloran su lejanía tan presente.