Te resististe a morir
amada mía,
luchando por sobrevivir
en tu agonía,
y sin desvelo...
te fuiste de madrugada
buscando el cielo.
Cuan injusta es la muerte
mi amor callado,
te sorprendió de repente
y te ha derrotado,
nos dijo adiós...
con un firme motivo
encontrar a Dios.
Más quiero recordarte
siempre conmigo,
sentirte como antes
en nuestro nido,
gracias amiga...
haberte conocido
es mi alegría.
Tu marido Manuel
te está esperando,
acude junto a él
y vuestro hijo amado,
y allí en el confín...
contemplad con orgullo
vuestro jardín.
Has dejado ocho hijos
en esta tierra,
ocho flores marchitas
en primavera,
pero tu fuerza...
estará conmigo
hasta que yo muera.
Te recordaré siempre
tal como eras,
sencilla y complaciente
mujer verdadera,
aunque hoy Trinidad...
sienta un gran vacío
en mi soledad.