No quieran encontrarse con la parca,
ni la nombren siquiera, es mi consejo,
pues puede que les llegue en una barca
y se miren calavera en el espejo…
No jueguen con la muerte ni sus muertos
porque pueden quedarse al desnudo,
con los ojos vacíos, como tuertos,
y en la garganta solamente un nudo…
Dejen en paz a la implacable parca.
En la poesía no cabe feo nombre.
Dejen que busque en otra parte el arca
En el otro hemisferio, en otro hombre…
Que llegue si se empeña, cualquier día,
que me abrace si quiere, no me importa,
pero nunca la nombro en mi poesía
para que no haga otra vez mi vida corta.