Hija, hoy me juzgo tan viejo
que a veces pienso que te pierdo;
no por tu foto de niña mía
que cubro con mis besos,
sino porque tan lejos te siento.
Quiero verte y decirte que estás en mi vida,
porque siempre fui aquél que mimos te daba,
entre los brazos te cantara tiernas baladas,
como una mocosuela de lo más consentida.
Para mí jamás creciste, pero resiento
no haberte cargado en todo instante
que llorabas y me buscabas sin aliento,
para meterte entre mis cálidos brazos.
Quiero pensar que estás cerca de mí,
a medida que pasa el tiempo;
y mi cuerpo se envejece por inercia;
y mis canas salen caprichosas,
a contar mis desventuras al viento;
y estremecer mi aparente indiferencia.
Quiero pensar que está ahí una nostalgia fría,
de gotas que desprenden recuerdos de niña mía,
de cuando eras una pequeña llorona de cuna,
de cabellos negros y ojitos color fortuna.