Te invité a este café,
A conversar, nada más que ha conversar
A contarte una historia que me tiene atorado.
Imagina que suenan violines, mientras comienzo mi relato.
Todo comenzó en una mañana de Abril,
El Sol aún no se peinaba las nubes.
Cuando apareciste, no pasó nada en especial,
La verdad.
Pero cuando abriste los ojos para saludar,
Entendí que tú y la primavera son la misma persona.
No sé si te importe lo siguiente que voy a declarar,
Pero mientras hablas, mi boca te quiere hacer callar.
Seré breve contigo, sincero y atrevido,
Me gustaría que tu hermano me dijera cuñado,
Y que cada caminata que tengamos
Se interrumpa en las esquinas
Con luces rojas que indiquen cuando besarnos.
Mientras el café queda en el olvido,
Me comprometo a no hacerte daño,
A no ver de reojo a tu hermana,
A tu amiga ni a tu prima
Y a ser puntual cuando nos reunamos.
A decirle a mis celos que “sólo es una amistad”,
Y que no merodeen en la mesa a la hora de cenar
Prometo ser siempre el mismo y nunca aparentar.
No creo ser perfecto, así que prepárate a pelear.
Antes de terminar, creo que es bueno que te lo diga
No creas que es un alago barato y menos una estrategia.
Pero qué bien lucen tus ojos con tu boca y con tu piel,
A contraluz de sol naranjo, a contraluz de atardecer.
Declarado esto,
Tienes dos opciones naturales…
Una es echar a correr
Y la otra,
Amada mía,
Es beber ese café.