El dulce viento corre suave y
tranquilo cuan brisa en,
una noche de verano cuan estás,
tendida sobre la cama esperando,
tranquila mi llegada junto a ti.
Entra esa suave brisa por la ventana y
parece buscar tu cuerpo para poderse,
deslizar como acariciando tu bello,
cuerpo desnudo que lo tienes humedecido,
por el sudor que emana de tu piel.
En su camino desde la montaña hasta,
que llega a ti, al deslizarse por las praderas y
bosques salvajes entre las rosas,
elige la que siente más frondosa que,
al pasar acariciándola a ella desprende,
los pétalos de esa hermosa Rosa.
Sus pétalos se deslizan en el aire como,
si flotaran en el viento para no caer,
al suelo se los lleva en su compañia,
para que cuando acaricie tu bello y
hermoso cuerpo dejarlos caer sobre tu piel y
dejen sobre ella las dulces fragancias y
los latentes y auténticos aromas de la rosa,
perfumando tu exquisito cuerpo desnudo.
MANUEL GRANADOS
Y
MELZAGUI
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