La gran catedral

Huele a hierba fresca,a mar,a aire,a rias y valles,
la lluvia riega sus rincones,sus montes,sus calles,
el ruido de la lluvia,toma sonidos de gaitas,mientras,
una espesa niebla baja de los cielos,hace frío,llueve,
y sigue espesando más aún la niebla,y llueve.
A lo lejos ,al compás de una musica celta un riachuelo suena,
y sigue lloviendo,y sigue aunque algo mas disipada la niebla,
una silueta en forma de grandeza se columbra tras ella;
algo en mi ser me obliga a traspasar mas allá de la niebla,
temblaron mis pies,un estremecedor sentimiento apodero mi alma,
ante mí,de pronto,se alzaba la eterna catedral.
Ahora,ya no llueve,la niebla se difuminó con el sereno,
la hierba mojada deslumbra con su verdor por doquier;
como si todo fuera encantado por brujas,
y vuelve a sonar el riachuelo aunque ahora,más lejos,
la mar,tiene matices de colores entre azul y verde,
el azul celeste del cielo y el verde fertil de la hierba fresca.
Ya no se oye el riachuelo,ya no veo la catedral,
ante mi se levanta un faro inmenso,ante mí,
se levanta el faro del que se creyera en eras pasadas;
lo que fuera el gran final de la tierra,desde aquí,
se contempla al amanecer un perfecto ritual,
el tempranero baile perfecto del sol y la mar. Jesus J.J.L