Porque de tus manos
no surgiò otra cosa
sino la tibieza
acariciadora
que desparramaba
y desparama ahora
tensiones de piel,
frialdad roedora.
Porque tu cabello,
cabello castaño,
recibìò mis manos,
mis manos callosas,
que en salvaje enredo
pusieron la aurora
con olor a campos,
con sabor a moras.
Porque tu mirada
hipnotizadora
que tantos suspiros,
ay! de mi atesora
es la luna blanca
que inspira las odas,
la lira, el romance,
canciones sonoras.
Porque de tu cuerpo
cayò gota a gota
el zumo fragante
deteniendo la hora,
apurando el ritmo
cuando allì se asoma
la locura dulce,
dulce gota a gota.
Por eso, muchacha,
por eso te amo
porque son claveles
tus dos blancas manos,
porque tus pupilas
mis palabras roban
porque es mi locura
tu cuerpo de alondra.