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Defecto
Poema
Categoría: Amor

La Isla

Era un día tormentoso y decidí huir,

de la cruel lucha del hombre por destruir

su propia especie, de la faz de la tierra.


Tomé una balsa y me dejé llevar por el

tempestuoso y altivo oleaje, de mi tan

temido mar.

Me mantuve sin alimento, sin ropaje alguno,

y sin noción a la deriva, sin saber cual

era mi rumbo.


Las caprichosas olas, capitanas de muchas naves,

me acercaban a tu orilla.

Desperté de mi locura, encima de tu arena,

y tu brisa, suave y olorosa, me hizo volver a la vida;

con gran asombro vi tus alrededores, los deleité,

y hurgando tus espacios, encontré la verdad

que mueve mi interior.


Con un grito ahogado te bendije, por darme la paz

y la sabiduría, que para crecer se necesita.


De tus plantas comí los más exquisitos manjares,

jugosos, dulces y apetitosos. También bebí de tus mejores

fuentes, las cuales no solo saciaron mi sed,

sino también bañaron y sanaron mis más hondas heridas.


Compartíamos la misma cobija, aquella que te tejió

tu amiga luna, con bordecitos de estrellitas y de un

color azul infinito, que jamás olvidaré.


Con el transcurrir del tiempo, mi vida se aferró

a tu existencia; compartíamos momentos eternos,

y un buen día el deseo emergió de nuestras bocas,

tus manos bordeaban mi diseño y tu aliento agitado

por el encuentro subliminal, empañaba mis cabellos,

convirtiendo mi acentuada palidez en un tono rosa

y después rojo fuego.


La lujuria se apoderó de nuestros sentidos

pero un destello de terror interrumpió, abruptamente,

nuestro arcoíris ruborizado, e hizo presencia

la razón y el respeto y objetándolo lo llamaron “Pecado”

¿Pero cómo llamar pecado? a un amor que nos regaló el tiempo.


Me desprendí de tu pecho y nuestros brazos se soltaron,

y temblorosa, aún de deseo, corrí alejándome de tu lado,

para no hacerte daño.

Desde entonces no te he vuelto a ver porque mi espíritu

vaga por las calles de la soledad; pero escondí

el tesoro que me llevé de ti, donde nada ni nadie

podrá jamás arrancar.


Solo te pido que el día que muera, abras el cofre

de mis más recónditos sueños, y allí hallarás

mi amor anclado a la bahía de tu corazón,

eternamente agradecido por los momentos vividos.

Datos del Poema
  • Código: 384841
  • Fecha: 05 de Enero de 2020
  • Categoría: Amor
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 240
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: Duzkard Strauss
País: VenezuelaSexo: Femenino
Fecha de alta: 05 de Enero de 2020
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