por el camino de la calle de las Fresas
paseaba una nariz con sombrero,
lloraba, cantaba himnos de gesta,
escuchaba sus respiros.
Cansada de moquear y sonarse las lágrimas
sentó aletas en banco,
y se detuvo a observar transeúntes
chupando un helado.
Por el camino de la calle de las Fresas
andaban miles de pañuelos,
bandas ásperas de blanco,
y nadie enjugaba gotas de flema.
Volaban, solitarios, sin dueño,
salidos de un paquete nuevo;
henchidos, flotaban, con el egoísmo
pintado en el papel.
Por el camino de la calle de las Fresas
un sombrero arengaba a una nariz
a calmar su cielo de nevadas verdes,
y vio a lo lejos.
Vienen por el camino unos labios
carnosos, pintados de carmesí,
se estampan en la napia, y ésta
huele el aliento dulce de las frutas.
Por el camino de la calle de las Fresas.
Por el camino de la calle de las Fresas
puede apreciarse una nariz y unos labios
presumidos, unidos felizmente, en una cara,
tu cara.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!