Mi Virgen la morenita,
se dirige hacia el monte.
Cientos de murcianos la siguen
entre invocaciones y plegarias.
Unos le imploran salud,
otros, que alivien sus dolores
y ella como buena Madre,
les concede sus cuidados.
Al subirla por la pendiente
para llevarla a su morada,
miles de vidas la aplauden
y sacan sus pañuelos blancos.
Entre vivas y aclamaciones
la despiden con aplausos.
Cuando entra Al Santuario,
los jazmines y azucenas
la impregnan con sus olores.
Allí permanece mi Reina,
hasta la siguiente primavera.
No nos abandones, Fuensanta,
y protege siempre a tus hijos
que te llevan en sus corazones.