Voy a tratar de olvidarte, aunque mi mente reniegue;
Hoy quiero intentar arrancarte, de mi alma y corazón;
Aunque de rabia me ciegue, o aunque me mate el dolor,
Por no soportar las penas que me ha causado tu amor.
Como San Martín de Porres, el santo negro peruano.
El mismo se castigaba usando sus negras manos;
Pero yo lo emularé, pues sufrir ya más no puedo,
Y quiero sentir castigo, por si amarte fue mi error.
Así entonces tu podrás, burlarte algo más de mi,
Si al fin pudiste notar el puro amor que te di;
Fue todo lo que a mi alcance te pude ofrecer,
Porque riquezas no tengo, solo fuiste mi fortuna;
Y tu corazón jugó, haciéndome a mí perder.
Te podrás reír lo sé, al ver mis ojos llorar,
Y como mujer valiente eso te hará orgullecer;
Pues dejaste a un hombre triste, mientras otro que llegó,
Con tu pasión tan candente, sientes llenas de placer.
Así es que enseña la vida, no son los muchos consejos,
Pero cada día es, más útil a un hombre viejo;
Que al no hacer caso a los decires, y de la gente avisos,
Y sólo puede decir, que sufrió, porque lo quiso.