LA MAGIA DE LA MUJER

La mujer para mí,

ha perdido toda su magia.

La sigo viendo bonita

y de andares agraciada.

Pero de aquella mujer de antaño

de aquella, ya no encuentro nada.

Ahora la veo tangible

como a colcha o almohada.

Pero nada que me haga soñar

como antes la soñaba.

El convivir con ella es lo mismo

que el convivir con una hermana.

Sin nada que de su cuerpo

me enerve las fibras del alma.

Por ello,

yo prefiero vivir solo

y solo dormir en mi cama.

Que tan sólo en ella veo

a una merluza sin escamas.

Una merluza una perra;

una gacela una vaca.

Nada en que se parezca

a la mujer que yo adoraba.

Ahora la vida que vivo

es como mañana sin alba.

Es como si la sal de una salina

en arena se transformara.

Es como si al arroz con leche

la canela le faltara.

Es como si a la luna nueva

el brillo se le apagara.

Es como si a la aurora

la sombra negra la ocultara.

Por ello,

yo que ahora no encuentro

en la mujer su grandeza,

me siento muy afligido

y me puede la tristeza.

Tan solo me queda en la vida

un atisbo de esperanza

en recuperar la magia

de aquella vida ya pasada.

Y ese remedio lo tiene

Montilla en una casa.

Pues sé que si entrara en ella,

este mal se me curaba.

Que allí vive y perfuma

esa chica montillana

cuya magia aún perdura

en mi alma calcinada.