Fecundo de mis besos y caricias,
quedaste aquella noche que llovía,
porque fueron aquellas, mis primicias,
las que no has olvidado todavía.
Ansioso me has buscado, te desquicias
queriendo verme cerca, en tu porfía,
deseando acapararme en tus franquicias
desde que nace el sol y muere el día.
Te quise, no lo niego ni un instante,
pero fue caro el precio al ser tu amante.
Prefiero desistir de esta locura.
No quiero ya vivir de la atadura
al ser la que a escondidas, vacilante,
dejabas del amor nada importante.