Bendigo al cielo que nos pusó en un mismo camino
te descubrió mi corazón en el momento preciso
cuando mi alma buscaba liberarse del dolor
y del hastío.
No se como pude poner la sabiduría divina
en tela de juicio, siempre renegué de mi mala
suerte, de no tener a lo que yo creía era
el amor conmigo.
La sombra de la soledad era un castigo,
deseaba tanto tener a alguien que fuera mío
que justifiqué muchas veces la mentira y el
olvido.
Me engañé pensando que tal vez el amor pleno
no existía, que no podía esperar tanto de una
sola persona, pero quien era yo
para pretender encontrar a alguien
que me comprendiera, que no me juzgara,
que no me mintiera, que ante todo fuera
mi amigo, después mi amante,
compañero y cómplice en cada instante.
Pero nunca imaginé que estaba mi felicidad a
la vuelta de la esquina, solo la mano de Dios
pudo unir tu vida y la mía.
Mercedes del Pilar Reyna Camacho
Me identifico muchísimo con tu poesía. Dios ha puesto su mano en nosotras para que la soledad se apague siendo un viejo capítulo de nuestras vidas. Es hermoso estar bendecidas por Dios siempre. También yo encontré al amor. Tu primer diez. Saludos, Ivette Rosario.