Es mi mente condenada y aguerrida,
pues sabiendo el destino que le espera,
pese a todo, con empeño no te olvida,
y prefiere recordarte aunque se muera.
Eres dueña de mi alma y vida entera,
y ante tu alma, mi conciencia está vencida,
y delira amargamente estremecida,
esta mente tan ingenua que te espera.
¡Nada puede destruir mi sentimiento,
pues se encuentra con tu amor tan empeñado,
y no encuentra, pese a todo, el rendimiento!
¡Porque nada le despoja al pensamiento.
el amor que en empeño encimismado,
a tus plantas de mil formas, ha postrado! a Adriana (2004)