Hoy he aprendido que jugar no es dañino.
Hoy necesito saber que me amas y estás conmigo.
Cada día que pasa crece mi curiosidad por verte,
y así también por saber lo que sientes.
Primero temía que supieras que allí estaba.
Me imaginaba rechazado, perdido, odiado;
pero el valor de vivir, me hicieron valiente
y golpeaba dulcemente, de a poquitos tu vientre.
El néctar de tus jugos que me alimentaba
me sabían a manjares delicados de dioses,
y por ser tan, pero tan pequeño no sabía
si era amor, lo que te mantenía fuerte.
Gracias mamá, por querer tenerme;
si te ofendí o fui culpable de tu fracaso,
te pido perdón, aunque siento que me amas
y te enfrentaste a la vida por defenderme.
No sé si en la otra dimensión
los otros niños que vengan serán igual que yo,
pero ante el artero ataque que pasamos,
un día muy corto, otra vez nos encontramos.
Pero sabemos olvidar, y otra vez jugamos
pensando que toda la vida es un juego,
se juega por vivir, y se juega la vida
aunque de su vida nadie sea dueño.
Marco Senmache Rodríguez - Perú