La niña daba sustento al canario,
al ver la puerta sin cierre, un reflejo,
escapa el ave veloz de la jaula,
el viento helado recibe de nuevo.
Tiende su mano, e intenta alcanzarlo,
brota un suspiro muy suave en su boca,
como una luz de amarillo se aleja,
hacia la noche de fríos y sombras.
Porque te marchas tan lejos del nido,
donde el peligro te acecha y quebranta,
este es tu hogar y te adora tu dueña.
Enternecido el canario regresa,
a su prisión con sus alas curvadas,
tan seductora es la voz que le llama.
Lupercio de Providencia
Amigo Poeta: Las aves disfrutan de la libertad como los seres humanos, pero también por amor,en ocasiones terminamos en una cárcel, cuyas rejas no las vemos como fierros. Volar en soledad no nos da seguridad aunque volemos a favor del viento. Diez a su hermoso poema. Un abrazo, Ivette Rosario.