Sobre el oscuro corcel del tiempo
cabalga mi sepulcro atormentado,
envuelto en espumas de amargura
y de tediosos recuerdos de antaño.
La luna gris clavada en el cielo
presagia tormenta sobre mi corazón mortecino,
mientras las nubes de la desesperanza
cubren presurosas un sol entumecido.
Al amanecer, la fría noche
dejaba su rastro en la tullida escarcha,
los sueños habían muerto
liberando la cortina de mi oprimida garganta.
Busco en el espejo gris del alma,
invisible cajón de pura lana:
espumas de amargura,
nubes de desesperanza,
tullida escarcha,
que siguen pasando cuesta abajo.
Quisiera no vivir la angustia de la vejez
que el tiempo y la memoria levantan,
sólo sentir el aire puro del otoño infinito,
lluvia paciente, simiente en el alma. -