Vagando el horizonte en la nube blanquecina de mis sueños más reales me encontré al eco de la nada rozando la cumbre de la inexistencia, esa que no admite compañía, la aliada de la nostalgia, la añoranza y la melancolía, esa que es pesada como barca de plomo en el océano pero suave cuan plumas sueltas en el viento. Su nombre... SOLEDAD, la que puede hundirte pero puede levantarte ante el bullicio del silencio, la que puede ser tu mejor yunta, la que te indica el camino de la fiel sabiduría, la que te alienta con la voz de su mutismo, con la que viniste al mundo, con la que te vas al más lejano infinito cuando sientas tu último latido existencial.